Capítulo 18 Un ratito para los míos.

Iker es un niño muy movido, pero si algo tiene es que siempre encuentra algo con lo que entretenerse. Sus madres no le han dado hermanos y ser el único niño de la familia a veces le aburre.

Intento seguir practicando deporte a diario, me ayuda mucho a calmar la ansiedad con la que a veces salgo del trabajo. Hay situaciones que aún me cuesta digerir.

Le he hecho un trajecito a Clotilda, después de Nube es mi pequeña mimada. Siempre paso a darle un beso de buena mañana antes de ir al trabajo.

Llega el invierno y es un poco friolera así que le he hecho un jersey que le sienta de lujo.

Iker me ha pedido tener una noche de tía-sobrino mágica. Es un encantalobos, con esa sonrisita desdentada consigue siempre lo que quiere.

Mañana tengo fiesta así que estoy encantada de pasar un rato con el bichejo. Echo mucho de menos a Bruno y me encanta volver a tener un niño inocentón (o no tanto) cerca de mí.

...

Le encantan las historias de magia y fantasía, en eso es clavado a su tío.

Es un trasto marisabidillo pero es de las personitas que más feliz me hace en la vida. Hace un año que se mudaron a vivir a Windenburg y no se imaginan lo mucho que me alegra tenerlos tan cerquita.

Como es habitual en mi nueva vida, hoy he comido con mis dos chicas en uno de nuestros rincones favoritos de la ciudad. Es un restaurante precioso en el puerto de Windenburg que además tiene una comida riquísima.

Jamie y Gregor son compañeros de piso, se conocen todos de la universidad. Sylvia estuvo saliendo con Jamie medio año, pero en ese breve periodo de tiempo le puso los cuernos dos veces, la primera fue perdonada la segunda no. Él sigue insistiendo en que la quiere, el problema es que no sabe querer.

Después de zamparnos un postre repleto de chocolate, nos fuimos al gimnasio a convertir las proteínas en masa muscular. Comida y deporte, combinación perfecta.

Desde que lo dejé con Jon no he vuelto a enredarme en una relación. He tenido algún que otro lío, pero nada más, a veces me pregunto si mi problema radica en que soy demasiado exigente.

Al llegar a casa me encontré a Clotilda en la puerta.