Tenemos un nuevo recepcionista en la oficina, se llama Mauro. Lleva un look un tanto estrafalario y ese amarillo fosforito con su bronceada piel no sé si acaba de encajar mucho pero ¿qué voy a decir yo con mi casi albinismo?

Hoy ha ingresado un nuevo peque a planta.

Por mucho que la profesión requiera saber estar y templanza, en ocasiones no doy para más y mis sentimientos superan mi cordura.

¿Cómo deben vivir unos padres en una situación así? Supongo que no queda otra que sacar fuerzas de dónde crees que no las hay y seguir hacia delante por el pequeño.

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Al llegar a casa lo único que me apetecía era dormir. Una siesta siempre consigue renovarme entera así que pasando de comer, me he tirado en el sofá y he dormido como un lirón durante dos horas.

Eira ha venido a pasar la tarde conmigo. Nos conocimos en el grado de auxiliar de enfermería, fueron dos años de risas y lloros con ella, desde entonces se ha convertido en mi media mandarina.

Al acabar el grado yo me decanté por enfermería y ella por la carrera de Veterinaria, es una auténtica amante de los animales, creo que si tuviese que escoger pasar la vida con un humano o con un animal no tendría ningún tipo de dudas. Su sueño es montar su propia clínica veterinaria y dedicarse en cuerpo y alma a los pequeños peludos.

Nube de nata parece sentirlo, cuando está en casa se pasa el día pegado a ella, pequeño traidor...

He aficionado a Eira a la repostería, nos lo pasamos pipa entre fogones. Siempre me ha gustado la gente que se lo pasa bien con cualquier cosa y ella es de ese tipo de persona, se apunta a un bombardeo.

Eira ha decidido quedarse a pasar la noche, se nos ha hecho tarde y el bus a la ciudad no es muy agradable a estas horas.