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Ya llevo una semana en el nuevo hospital. De forma habitual estoy en la planta de hospitalización de medicina interna pero como el resto de enfermeros, también me toca alternar con los turnos en urgencias.

María lleva tres días ingresada por problemas intestinales, el médico está valorando si su dolencia va más allá de una simple gastroenteritis.

Psicológicamente cada día está más decaída y eso nos preocupa.

Y de repente, explotó a llorar. Me estuvo contando que diariamente se provoca vómitos y de vez en cuando se pasa días sin comer. Se confirmaron las sospechas del doctor, estaba seguro que ingresada acabaría admitiendo la raíz del problema.

Las enfermedades psicológicas me parecen mucho más complicadas de tratar que el resto, es muy difícil convencer a tu mente que piense diferente a cómo lo hace, esas luchas internas son diarias y no quiero ni imaginarme por lo que está pasando María.

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¡Hoy tengo día libre! He invitado a la abuela a desayunar, tenía ganas de preparar un bizcocho y disfrutarlo con ella.

Le estuve contando toda la historia de Jadis. En el pasado, nunca llegué a explicárselo, sabía que por mucho que le dijese, ella querría seguir viviendo en Windenburg y asustarla para nada lo encontré una bobada.

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Por la tarde bajé a Britechester. Había quedado con Eira para charlar un ratito de nuestras cosas y luego reunirnos con los chicos para disfrutar de la noche.

Dimos un largo paseo a la orilla del río y luego nos sentamos a continuar con la charla.

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A las nueve nos fuimos al pub donde habíamos quedado con los chicos.

Y por fin llegó el momento minidisco, ¡había que darlo todo!

Después de un par de cubatas, Vi y yo nos animamos a uno de nuestros karaokes.

Adrián siempre es nuestro mayor fan, se nota que llevamos toda la vida soportándonos.